Author Judith Kerr is famous for her children's books, but behind the sweetness of works such as The Tiger Who Came To Tea lies a past set against the horror of Nazi Germany.
"Once there was a little girl called Sophie, and she was having tea with her mummy in the kitchen. Suddenly there was a ring at the door. Sophie's mummy said, 'I wonder who that could be?'"
For many parents, the opening lines of The Tiger Who Came to Tea are very familiar.
The work, published in 1968, has been read by several generations and tells the story of a tiger who invites himself to tea and eats and drinks all the food and water in Sophie's house. He then leaves, never to return.
"Había una vez una pequeña niña llamada Sophie, y ella estaba tomando té con su mamá en la cocina. De repente, sonó el timbre de la puerta. La mamá de Sophie dijo, "Me pregunto quien podrá ser"
Para muchos padres, las primeras lineas de "El tigre que vino para tomar el té" son muy familiares.
La obra, publicada en 1968, ha sido leído por varias generaciones y cuenta la historia de un tigre que se invita a tomar el té y comer y tomar toda la comida y el agua de la casa de Sophie. El luego se va, para no volver jamas.
"Había una vez una niñita llamada Sophie, ella tomaba el té con su mami en la cocina. Cuando de pronto notaron que había un anillo en la puerta. La mami de Sohpie se dijo, "¿me pregunto de quién será?
Para muchos padres, las primeras líneas de El Tigre que Vino a Tomar el Té, les parecen muy familiares.
El trabajo, publicado en 1968, ha sido leído por varias generaciones y cuenta la historia de un tigre que se invita a sí mismo a tomar el té, come y bebe toda la comida y bebida en la casa de Sophie. El cual se va para nunca volver.
"Había una vez una niña llamada Sophie que tomaba el té con su mamá en la cocina. Cuando de repente sonó el timbre de la puerta. ¿Me pregunto quien será? Dijo la mamá de Sophie.
Para muchos padres, las primeras lineas de El Tigre Que Vino A Tomar El Té son muy familiares.
La obra, publicada en 1968, ha sido leída por varias generaciones y cuenta la historia de un tigre que se invita solo en la hora del té y come y bebe toda la comida y el agua en la casa de Sophie. Despues se va para nunca regresar.
"Había una vez una niña llamada Sophie, y ella estaba tomando el té con su mamá en la cocina. De pronto, sonó el timbre de la puerta. La mamá de Sophie dijo: 'Me pregunto ¿quién puede ser?'"
Para muchos padres, las primeras líneas de "El tigre que vino a tomar el té" son muy familiares.
El trabajo, publicado en 1968, ha sido leído por varias generaciones y cuenta la historia de un tigre que se invita a sí mismo a tomar el té y come y bebe toda la comida y el agua en la casa de Sophie. Luego se va, para no volver jamás.
"It was just a bedtime story I made up for my daughter when she was two, getting on for three," says Kerr, who also wrote and illustrated the Mog series of picture books.
"I knew it by heart, every word. It hadn't changed because you watch your child's face and obviously you leave out bits gradually if they look bored.
"I told it to her again and again and again, and she used to say, 'Talk the tiger'."
Kerr, who turned 90 this year, loved visiting the zoo with her daughter Tacy, and particularly liked looking at the "beautiful" tigers.
"When I decided to do the book, I remember wondering what the tiger should look like, whether he should have clothes."
"Yo sabia de memoria, cada palabra. No han cambiado porque tu vez la cara de tu hijo y obviamente tu omites bits gradualmente si lucen aburridos.
"Se lo conté a ella una y otra vez, y ella solía decir, 'Que hable el tigre'."
Kerr, quien cumplió 90 años este año, amaba visitar el zoológico con su hija Tacy, y particularmente le gustaba ver a los "hermosos" tigres.
"Cuando me decidí a hacer el libro, recordé preguntándome como debería lucir el tigre, si debería tener ropa."
"Me sabía cada palabra de memoria. No había cambiado porque, obviamente, puede mirar la cara de su hijo y omitir secciones gradualmente si parecen aburridos.
"Se lo conté una y otra vez y otra vez, y ella solía decir: 'Hable el tigre'."
A Kerr, que cumplió 90 este año, le encantaba visitar el zoológico con su hija Tacy y, en particular, le gustaba mirar los "bellos" tigres.
"Cuando decidí trabajar en el libro, recuerdo haberme preguntado acerca de la apariencia del tigre, y si debería tener ropas."