Adapting a well-loved book for the screen is always a risky proposition. Elements that work on the page will not work visually and vice versa. Compromises must be made. You cannot please everyone. But the film version of "Winter's Tale" probably won't please anyone: neither fans of the book nor those who have never read it. It lacks visual splendor (except for one or two scenes). It lacks emotional depth. It lacks scope and magic.
Adaptar un libro amado por el público a la pantalla siempre es una proposición arriesgada. Elementos que funcionan en el papel no funcionan visualmente, y viceversa. Se debe hacer compromisos. No puedes complacerlos a todos. Pero la versión fílmica de "Winter's Tale" probablemente no satisfará a nadie: ni los admiradores del libro ni aquellos que nunca lo leyeron. Carece de esplendor visual (excepto por una o dos escenas). Carece de profundidad emocional. Carece de alcance y magia.
It is clear that there is some big battle going on between Good and Evil and that Will Smith is somehow involved, but none of it makes any sense. The philosophical underpinnings of the novel, its thoughts on the turning of the centuries (and the millennium), and how cultures and societies go through giant upheaval during such moments, visible, and invisible, is completely lost in the New Age-y dreck drenching the narrative. Not even Colin Farrell as the thief Peter Lake can save it, and he is doing his level best, with an urgent, heartfelt performance. Mark Helprin's 1983 novel is one of the most poetic of the late 20th century, and yet this film version has no poetry whatsoever.
Es claro que hay una gran batalla llevándose a cabo entre Dios y el Mal y que Will Smith está involucrado de alguna manera, pero nada de ello tiene sentido. Las bases filosóficas de la novela, sus posturas en cuanto al paso de los siglos (y el milenio), y cómo las culturas y sociedades pasan por gigantescas transformaciones a lo largo de ellos, visible e invisiblemente, están completamente perdidas en esta narrativa de nueva era, empapada en basura. Ni siquiera Colin Farrel como el ladrón Peter Lake puede salvarlo, y hace lo mejor que puede, con una actuación urgente y sincera. La novela de Mark Helprin del año 1983 es una de las más poéticas dentro de finales del siglo veinte, y aun así esta versión fílmica no tiene ninguna poesía en absoluto.