"Endless Love" isn't so much a remake of the 1981 Franco Zeffirelli film as it is an extended ad for the idyllic Abercrombie & Fitch lifestyle.
This is supposed to be a film about the throes of teenage first love—a love you would go to jail for, set a house on fire for, a love that requires a restraining order—but it's awfully tasteful and emotionally detached in its blissed-out depiction of beautiful young people cavorting in the sunlight.
Toned, tanned David and Jade (Alex Pettyfer and Gabriella Wilde, both former models) frolic in a meadow, leap off a dock in slow motion and splash in a lake, all to the blare of alt rock music to signal to us how we should react to these images.
"Amor sin fin" no es tanto una nueva realización del filme de Franco Zeffirelly de 1981, pero si una extensión del idílico estilo de vida de Abercrombie & Fitch.
Se supone que este filme es sobre la agonía del primer amor juvenil - un amor por el cual irías a la cárcel, pondrías una casa en fuego, un amor que requiere una orden de restricción - pero se vuelve terriblemente real y alejada de lo emocional en su intento de representar gente joven bronceándose bajo el sol.
Para explicar mejor, los bronceados David y Jade (Alex Pettyfer y Gabriela Wilde, ambos ex - modelos), divirtiéndose en el prado, saltan de un puente en cámara lenta y caen en el lago, todo con el acompañamiento de una música roquera que intenta señalarnos como reaccionar a estas imágenes.
They make romantic love on the carpet by the fireplace light (but this time there's no creepy mom watching them from the shadows). Even their vaguely grungy moments—kissing in the back of a beat-up pickup truck or in the hot summer rain—feel impeccably art designed.
In short, director and co-writer Shana Feste has remade "Endless Love" but she's taken out all the crazy. Not that the original was all that great to begin with; a six-time Razzie Award nominee, it was screechy, melodramatic and over-acted, with an awkwardly flat lead performance from Brooke Shields.
Hacen el amor románticamente sobre la alfombra cerca a la chimenea (pero esta vez no hay una madre tenebrosa observándolos desde la sombras). Aún sus vagos momentos de ternura - como besarse en la parte trasera de una destrozada camioneta o bajo la lluvia de un caliente verano - todo se siente impecablemente bien diseñado.
Para hacerlo más corto, la directora y co - escritora, Shana Feste, ha vuelto a hacer "Amor sin fin", pero ha sacado de este, toda la locura. No que la primera versión fuera tan genial que digamos; seis veces nominada al Premio Razzie, fue terrible, melodramático, y muy fingido, con una incómoda plana actuación de Brooke Shields.