The city emerged from the desert in 1960, when Mauritania won independence from France. At the time, pretty much 90 percent of the population – made up of various Arab and Sub-Saharan African tribes – was still nomadic. The brutal transition to urban life gave birth to a dirty, uncontrolled sprawl of low, small-AtlanticViewwindowed buildings, disintegrating into shantytowns on the outskirts.
Still, some two out of the three million Mauritanians, mostly the ethnic descendants of the former Berber kingdom, pursue a pastoral lifestyle, raising dromedaries in the vast, arid plains that form the three quarters of Mauritania.
La ciudad emergió del desierto en 1960, cuando Mauritania gano su independencia de Francia. Al mismo tiempo, mucho más del 90 por ciento de la población- compuesta por varias tribu árabes africanas y del bajo sahara- era nómada. La brutal transición a la vida urbana dio vida a una extensión sucia y descontrolada de pobreza, pequeños edificios con vista al atlántico, desintegrándose en villas de miseria en las afueras de la ciudad.
Aun, algunos de los dos o tres millones de mauritanos, en su mayoría etnias descendientes del primer reino Berber, siguen un estilo de vida rural, criando dromedarios en las vastas y áridas llanuras que forman los tres cuartos del territorio de Mauritania.
All the same, as I drove out of Nouakchott for my first ever Saharan expedition, I could not help noticing the quantities of plastic bags littering the desert, along with discarded tires and even rusty carcasses of cars.
After an hour's drive north, the acacias and scrubby bushes gave way to low beige sand dunes – the classic image I expected of the Sahara. Our 4x4 turned onto a track to the west and a few minutes later, we were speeding by the vast sapphire expanse of the Atlantic. Soon we stopped and pitched our tent, a spacious, hand-sewn traditional Mauritanian home, just where the dunes seemed to have halted their seaward advance.
Todas iguales, a medida que abandonaba Nouakchott por primera vez en busca de la expedición Sub-Sahariana, no podría evitar notar la cantidad de bolsas plásticas contaminando el desierto, junto con los abandonados neumáticos e incluso las oxidadas carcazas de los autos.
Después de una hora manejando en dirección norte, las acacias y los arbustos llenos de maleza delataron a las dunas de arena de un tono beige -la clásica imagen que esperaba del Sahara. Nuestro 4x4 giró hacia un camino hacia el oeste y unos pocos minutos después, estábamos acelerando por la vasta extensión del zafiro del Atlántico. Pronto nos detuvimos y armamos nuestra carpa, una espaciosa, y tradicional casa Mauritana hecha a mano, justo donde las dunas parecían haber detenido su avance hacia el mar.